El sepulturero y el crimen de la cripta by Oliver Pötzsch

El sepulturero y el crimen de la cripta by Oliver Pötzsch

autor:Oliver Pötzsch [Oliver Pötzsch]
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 9788408293286
editor: Editorial Planeta
publicado: 2024-09-29T00:00:00+00:00


XV

—Un cuerpo interesante. Varias adherencias, principalmente en la zona de la columna vertebral, y después este cuadro de enanismo… —El profesor Eduard Hofmann observaba el pequeño ovillo humano sobre la mesa de disección como si fuera un insecto o un anfibio conservado en formol—. Me encantaría que engrosara el fondo de mi museo aquí, en el instituto. ¿Sabe si tiene algún pariente al que le podamos preguntar?

—Pues… no lo sé. —Leo carraspeó—. Tal vez los compañeros de la comisaría del Prater puedan hacer algo al respecto. Pero lo que más me interesa ahora es saber cómo fue asesinado y si hay alguna pista acerca de la autoría.

Se encontraban en la sala de disección del Instituto de Medicina Forense, separados el uno del otro por el cadáver de Gustav Meyerling, que, desnudo, frío y rígido, parecía aún más diminuto de lo que ya era. Los restos de sangre habían sido eliminados con agua y el tajo en el cuello era perfectamente visible. Como de costumbre, en el ambiente flotaba un ligero hedor a putrefacción que el formol apenas podía enmascarar. Hacía un calor sofocante. El almuerzo, regado con una copa de Sauvignon blanc frío, que Leo había ingerido en uno de los mejores restaurantes del distrito primero gruñía en su estómago.

—La causa de la muerte está clara —dijo Hofmann señalando la herida—. Un corte limpio a través de la laringe, las arterias y la tráquea. Cese del suministro de oxígeno. Muerte por asfixia antes que por desangramiento. La única arma posible es un cuchillo, pero no de dientes de sierra, sino uno muy afilado.

—¿El asesino podría haber sido una mujer? —preguntó Leo arrastrando las palabras. Empezaba a tener náuseas.

—¿Una mujer? —Hofmann balanceó la cabeza—. Mmm, es posible. Pero tendría que ser una mujer bastante alta.

—¿Por el ángulo de incisión?

Hofmann sonrió halagado.

—¡Ah! Parece que ha leído mi ensayo sobre la relación entre el ángulo de incisión y la estatura corporal. ¡Es usted un ejemplo para su profesión! —El profesor asintió con la cabeza—. Efectivamente, el ángulo sugiere un perpetrador de al menos un metro y setenta y cinco centímetros de altura.

—¿Cómo puede afirmarlo con tanta exactitud? —preguntó Leo escéptico.

—Porque tengo en cuenta otros parámetros. Acompáñeme…

Hofmann condujo a Leo hasta su escritorio, no lejos de la mesa de disección. Había sobre él, aparte de bisturíes, tazas de café sucias y reproducciones de órganos en escayola, varias fotografías del escenario del crimen.

—La señorita Wolf ha tenido la amabilidad de hacerme llegar estas imágenes —explicó Hofmann—. En ellas se aprecian restos de sangre en la cortina. Eche un vistazo.

Hofmann ofreció una lupa a Leo. Este se inclinó sobre la fotografía e identificó varias salpicaduras en la tela.

—El asesino estaba de pie detrás de su víctima —explicó el forense—. En el último momento, la víctima se da la vuelta hacia él y salpica la cortina. Sin embargo, la sangre alcanza la tela en la zona donde se encuentra el agresor. Ello permite determinar con bastante precisión la estatura.

—¿Significa esto que el asesino se manchó de sangre?

—¡Oh,



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